En el mundo de las ventas hay una pregunta que lo cambia todo:
¿Desde dónde estás vendiendo?
¿Desde la urgencia de cerrar una venta… o desde tu propósito más profundo?
Vender no es solo una profesión. Para muchos de nosotros, es una forma de vida. Un vendedor auténtico no sale a la calle solo con la intención de cumplir una cuota. Sale con el deseo de impactar, de conectar y de dejar huella.
Objetivos vs. Propósito
Hay una diferencia abismal entre tener objetivos y tener un propósito.
Los objetivos son metas concretas:
✔️ Vender X unidades
✔️ Alcanzar una cifra
✔️ Cerrar un trato
Y sí, son importantes. Te dan dirección, foco, disciplina. Pero los objetivos caducan. Se cumplen… y hay que poner otros. A veces se logran, otras no. Y si tu motivación se basa solo en eso, corres el riesgo de frustrarte o de agotarte emocionalmente.
El propósito, en cambio, es otra historia.
El propósito es lo que te impulsa cada día.
Es tu por qué.
La razón por la que haces lo que haces.
Eso que te conecta con tu esencia y con el valor que entregas a los demás.
Un vendedor con objetivos puede alcanzar el éxito.
Pero un vendedor con propósito… deja huella.
Mi experiencia personal
En mi caso, mi propósito no es vender por vender.
Es ayudar a las personas a ver lo que no veían, acompañarlas en su camino, elevar su autoestima a través de lo que les ofrezco.
Esa es mi gasolina.
Y cuando esa es tu energía, tu forma de vender cambia. Ya no presionas. Ya no convences. Simplemente compartes. Inspiras. Aportas.
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Vender desde el propósito lo cambia todo
Cuando vendes desde tu propósito:
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No fuerzas, fluyes.
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No actúas, simplemente eres tú.
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No vendes, generas confianza.
Y los clientes lo sienten.
Se relajan, bajan las defensas, y te ven como un aliado, no como un comercial más.
El cliente actual está saturado de ofertas. Lo que busca es autenticidad. Busca personas de verdad, que se preocupen sinceramente por sus necesidades.
Y tú, si vendes desde el propósito, te conviertes en eso.
¿Y tú? ¿Desde dónde estás vendiendo?
Te invito a hacer una pausa y mirar hacia dentro.
Más allá del producto, del precio o de la comisión.
Pregúntate:
👉 ¿Qué historia estás contando con tu forma de vender?
👉 ¿Estás dejando huella… o simplemente estás pasando?
Cuando vendes desde el propósito, no necesitas convencer.
Tu energía habla por ti.
Y eso… es lo que marca la diferencia.

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