
Vivimos en una era donde el conocimiento abunda. Libros, cursos, podcasts, videos, formaciones… muchos vendedores se alimentan constantemente de información. Pero hay un problema: pocos transforman ese conocimiento en acción.
Y déjame decirte algo importante: saber no es suficiente, hay que hacer.
¿Te ha pasado esto?
Consigues un nuevo prospecto. Analizas su perfil, estudias la empresa, revisas su página web, preparas posibles objeciones, te armas un discurso mental… pero pasan los días y no haces la llamada. Bienvenido a la temida parálisis por análisis.
Pensamos tanto que dejamos de actuar. Nos preparamos tanto que olvidamos movernos. Es como estar listo para correr una carrera, con tus zapatillas nuevas y todo el entrenamiento del mundo… y no dar el primer paso cuando suena el pistoletazo.
Mientras tú piensas, otro vendedor ya llamó, ya ofreció y tal vez ya cerró.
¿Por qué nos pasa esto?
Muy simple: miedo al rechazo. Queremos controlarlo todo. Buscamos la perfección: el email perfecto, el discurso perfecto, el momento perfecto.
Pero, amigo/a, la perfección no existe.
Y mientras intentas alcanzar algo que no existe, te paralizas.
Pensar está bien. Prepararse es necesario. Pero en ventas, el que actúa es el que vende. Las ideas no venden, los borradores no venden, los discursos mentales en la ducha no venden.
Vende el que llama. Vende el que se equivoca, aprende y vuelve a intentarlo.
¿Cómo vencer la parálisis por análisis?
Aquí van algunas ideas que puedes aplicar hoy mismo:
1. Date 5 minutos
Pon una alarma. Piensa rápido. Y cuando suene, ¡actúa! Llama, escribe, entra a esa visita. Vence la inercia con una pequeña acción.
2. Olvida la perfección
Tu mensaje de WhatsApp no tiene que ser perfecto. Tu pitch de ventas tampoco. Lo que importa es que lo lances, lo pruebes y aprendas.
3. Empieza con lo mínimo viable
¿No lo sabes todo? No importa. Aprende lo básico, lo esencial para iniciar la conversación. El resto lo descubrirás hablando y escuchando.
4. Enfócate en el siguiente paso
No pienses en cerrar la venta, piensa en lograr la siguiente interacción. Paso a paso se llega lejos.
Vender es probar. No esperar.
Esperar a que todo sea perfecto es el camino más corto a la frustración. Las ideas tienen valor cuando se prueban, no cuando se guardan.
Quizá esa frase nueva que estás pensando sea la que te ayude a cerrar. Quizá ese contenido que dudas en publicar sea el que conecte. Nunca lo sabrás si no lo intentas.
Y si no funciona, aprendes. Cada intento te da información. Cada error te acerca a lo que sí funcionará.
Además, cuando te mueves, tu marca personal crece. El mercado ve que estás vivo, activo, evolucionando. Y eso genera confianza.
Planifica tu semana: sin un plan, no hay dirección
Muchos vendedores no fallan por falta de talento, sino por falta de organización.
Un coche sin rumbo puede llegar a cualquier parte… menos al lugar donde realmente quieres estar. Lo mismo pasa en ventas.
Por eso necesitas un plan de acción semanal:
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Define objetivos claros y medibles: ¿a cuántos clientes vas a contactar? ¿Cuántas reuniones quieres cerrar?
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Escribe tus metas. No confíes en tu memoria.
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Prioriza tus tareas. No todas son urgentes, pero algunas son vitales.
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Reserva tiempo para formación: leer, escuchar, practicar.
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Y sobre todo, reflexiona cada semana: ¿Qué lograste? ¿Qué falló? ¿Qué harás diferente?
Este momento de revisión vale oro. Te vuelve más consciente, más estratégico y te permite mejorar de forma constante.
En resumen…
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Pensar no vende. Actuar sí.
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La perfección es enemiga del progreso.
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Un pequeño paso vale más que mil planes en la cabeza.
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Cada semana bien planificada es una victoria más cerca.
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Tu éxito está en moverte, probar, ajustar y volver a intentar.
HAZLO YA.
No esperes el momento perfecto. En ventas (y en la vida), ese momento rara vez llega.
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